La erosión del poder adquisitivo del salario mínimo en la Argentina alcanzó un punto crítico. Según un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el salario mínimo vital y móvil sufrió una caída del 28% en términos reales durante el último año. La combinación de una inflación sostenida y los incrementos en las tarifas de servicios públicos han sido los principales factores detrás de este retroceso.
El análisis señala que el salario mínimo actual, ajustado por inflación, se encuentra por debajo de los valores registrados en 2001, en los momentos previos a la crisis socioeconómica más profunda del país. Este deterioro impacta directamente en los sectores más vulnerables de la población, ya que el salario mínimo es la base de referencia para trabajadores formales de ingresos bajos y para quienes perciben planes sociales.
Empleo registrado en caída
El informe también destaca un panorama preocupante en el mercado laboral. La pérdida de empleos registrados se ha intensificado desde octubre pasado, acumulando diez meses consecutivos de caídas. El grueso de estas pérdidas se concentró entre diciembre y enero, coincidiendo con el inicio de las políticas de ajuste aplicadas por el Gobierno.
Contexto inflacionario y ajuste tarifario
El impacto de la inflación, que en 2024 alcanzó niveles récord, sumado al aumento de tarifas en servicios básicos, ha empujado a miles de familias a una situación crítica. Este escenario ha profundizado la desigualdad, afectando especialmente a quienes dependen de salarios bajos o de trabajos informales.
Reacciones y desafíos
Desde el ámbito sindical, las críticas no se hicieron esperar. Varios gremios han exigido al Consejo del Salario una revisión urgente de los montos, argumentando que el salario mínimo actual está muy lejos de cubrir las necesidades de una familia tipo. Por su parte, economistas y expertos señalan que las políticas de ajuste aplicadas por el Gobierno están exacerbando la recesión económica y la pérdida de empleo, en lugar de generar un camino hacia la recuperación.
El desafío de revertir esta tendencia será central en la agenda económica del próximo año, en un país donde el salario mínimo históricamente ha sido una herramienta clave para combatir la pobreza y garantizar un piso de dignidad para los trabajadores. Sin embargo, las soluciones dependerán en gran medida de un cambio en las políticas económicas actuales, que priorice el crecimiento y la inclusión social por sobre el ajuste.