Entre otras cosas le falta madurez al equipo para pelear arriba. Quilmes está verde. No solo se trata de poder terminar de formarse desde lo táctico o nivelarse desde lo físico, que también le queda en el haber, además necesita conseguir una cuota de picardía que extrañamente no tiene y eso no se entrena. Se tiene o no se tiene.
No puede entenderse cómo ante Agropecuario le pasó lo mismo que 10 días antes le había ocurrido con Sacachispas. Tenía la victoria en el bolsillo y en el último minuto por una serie de errores se le escapó.
En las dos oportunidades Quilmes pecó de inocente. Debió haber cuidado la pelota en los últimos minutos, sentenciar el resultado (increíble la oportunidad desperdiciada por Tomás Blanco ante Agropecuario) e interrumpir las jugadas del ataque del rival mucho antes y de cualquier manera.
«El fútbol es para los vivos», suelen decir. Frase aconsejable para este Quilmes que tuvo la chance de ganar los últimos dos partidos como local y no lo pudo hacer. Perdió cuatro puntos que se lamentarán siempre: ahora y en el final. Y le pasó por verde.