Nora Cortiñas sube con ayuda al camión que funciona de escenario en la esquina del Palacio de Justicia. Con un bastón y con brazos solidarios que la sostienen, se acerca al micrófono para que la multitud que se congregó en la Plaza Lavalle la escuchen. Lleva 45 años en la búsqueda de verdad y justicia. Su voz aflautada se torna grave cuando habla de los cuatro integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que reúnen catorce pedidos de juicio político en su contra. “Estos canallas, si tuvieran vergüenza y si tuvieran algo de dignidad, tendrían que irse renunciando”, dice y la ovacionan. A un costado está Taty Almeida, también integrante de las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora y referente de la mesa de organismos. Es ella quien pone en su voz la consigna de la marcha que unió a sectores del sindicalismo, los movimientos sociales y al movimiento de derechos humanos. “Basta de mafia judicial”, reclama Taty y los aplausos se sienten con fuerza en la movilización que se llevó adelante el mismo día en que se retomó la actividad en los tribunales y mientras la sede de la Corte anochecía más blindada que nunca.

En la esquina de Tucumán y Talcahuano se improvisó un sector con sillas y un escenario para referentes sindicales y de derechos humanos. El primero de los organizadores en llegar fue el juez Juan María Ramos Padilla, el mismo encabezó una marcha contra la Corte el 1 de febrero de 2022, cuando el juicio político aparecía en un horizonte lejano. 

En el corralito confluyen referentes de distintas luchas por la justicia. Mientras cantaban “Sobreviviendo” llegó Raquel Camps, hija de Rosa Pargas y de Alberto Camps –sobreviviente de la Masacre de Trelew y después víctima del terrorismo de Estado, al igual que su compañera–. “Estoy por la justicia que reclamamos hace 46 años”, dice Raquel mientras le hace gestos a Sergio Maldonado para que se acerque. “Estamos porque todos somos víctimas de esta Corte Suprema”, comenta el hermano de Santiago Maldonado. 

Desde el escenario, le toca a Taty tener la primera palabra para explicar una convocatoria que funcionará como prólogo de lo que será la audiencia en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados en la que se escuchará a quienes piden la destitución de Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti.

“Siempre de pie”, aclara ella. “A pesar de los bastones y las sillas de ruedas las locas seguimos de pie”, dice como introducción a un pedido que va a incluir que se termine con el “nefasto Partido Judicial”. También pone en palabras algo que se fue discutiendo entre los organizadores y convocantes: “No nos quedemos con este tan importante acto, tenemos que seguir sin bajar los brazos. Recuerden lo que decimos y hacemos las Madres hace 45 años: la única lucha que se pierde es la que se abandona”.

Hugo Yasky, secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y diputado nacional por el Frente de Todos (FdT), le dedica al Poder Judicial el mensaje más descarnado. “Cuando la podredumbre de Lago Escondido salió a la superficie, como brota la mierda en el agua, primero dijeron que los chats no eran verdad. Hoy mandaron a Comodoro Py esa mierda que está flotando para que se le garantice el final feliz”, dijo en relación a la decisión de la Cámara Federal que les dará a los jueces viajeros la posibilidad de jugar de local en los tribunales de Retiro.

“No queremos una justicia que garantice que los dueños del poder económico sean cada vez más ricos y los trabajadores más pobres”, reclamó Yasky. “Hay que seguir en la calle para que esta demanda de esta justicia democrática se pueda convertir en realidad”, añadió.

Hugo “Cachorro” Godoy, secretario general de la CTA Autónoma, también dice que están frente al Palacio de la calle Talcahuano para pedir por la democratización del Poder Judicial. “Y para terminar con estos cuatro supremos de la injusticia que deben irse”, subraya. Para el dirigente de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), no importa cómo, pero la Corte no debe seguir como está, incluso pone sobre la mesa la posibilidad de un decreto –mención que hace que se escuchen palmas insistentes–. “No se sostiene más esta situación de que cuatro inmorales quieran construir un Estado paralelo al margen del gobierno que eligió nuestro pueblo”, dice.

Omar Plaini, senador provincial y secretario general del gremio de Canillitas, se preocupa por resaltar que la Confederación General del Trabajo (CGT) es parte de la movilización para reclamar reformas en el Poder Judicial. Plaini será uno de los varios oradores que hablarán de la proscripción de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner tras la condena en la causa Vialidad. “No hay democracia si el campo nacional y popular y el peronismo –en particular– está proscripto”, afirma. “Ella ha dado todo por este pueblo”, completa y lo aplauden. Hay otros dirigentes, como el diputado Juan Marino, que también denuncian que la investigación sobre el intento de asesinato a CFK no avanza.

Todos con Cristina.

Ramos Padilla se cierra el blazer azul que lleva pese al calor húmedo que se ciñe sobre la Ciudad de Buenos Aires. Sonríe satisfecho por la convocatoria porque fue la voz de las marchas para reclamar la remoción de los supremos durante mucho tiempo. Dice que tiene la necesidad de hablar de Norita, Taty, de “Chicha» Mariani –a quien cataloga como la abuela de sus hijos– y de Hebe Bonafini, a quien siente presente en la Plaza Lavalle. “Una verdadera mierda son algunos”, lanza. “Recordemos cómo las trataron a ellas y a los trabajadores”, dice en referencia a los jueces de la Corte Suprema.

“Quiero volver a sentir el orgullo de ser juez porque lo hemos perdido”, dice el magistrado. “Quiero que los jueces se empiecen a comportar como trabajadores y se dejen de joder con el latín”, enumeró. “Queremos un Poder Judicial con bandera argentina. Basta de estos granujas. Hay que apoyar el juicio político”.

Ramos Padilla no era el único integrante o exintegrante del ecosistema judicial presente. Estaban también Cristina Caamaño– exfiscal, exinterventora en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y presidenta de Justicia Legítima– junto con la jueza federal Martina Forns. Caamaño destacaba la convocatoria. “Hay que seguir trabajando por la democratización de la justicia, que es lo que hace años reclamamos”, dijo.

El cierre le tocó a Norita, que no habló de las causales de remoción –como la cautelar a favor del Gobierno de la Ciudad, el fallo que entronizó a Rosatti en el Consejo de la Magistratura o los chats entre su vocero y un ministro porteño– pero sí se enfocó en un reclamo de justicia que hace casi cinco décadas las hace caminar. “Pedimos una patria digna, sin mafia judicial, sin los canallas que desconocieron los derechos humanos cuando firmaron el 2×1”, dijo.

Cuando la tarde ya empezaba a caer, Norita contó que sentía la presencia de los 30.000 y el compromiso de continuar la lucha. “Quedamos pocas Madres. No importa. Las que estamos tenemos todas las fuerzas para seguir adelante”. Con el puño izquierdo en alto y la foto de su hijo, Carlos Gustavo Cortiñas, colgando en el pecho cerró con el característico “Ahora y siempre. Ahora y siempre”.

El reclamo por Milagro Sala

«Exigimos la libertad de Milagro Sala, ya es inhumano lo que están haciendo con nuestra querida compañera», dijo Taty Almeida de espalda a la Corte Suprema. Fue ese tribunal que, en diciembre pasado, dejó firme una condena contra la dirigente de la Tupac Amaru a trece años de prisión después de dos años de cajonear el expediente y sin estudiarlo. La resolución de los supremos dio pie para nuevos reclamos del gobernador Gerardo Morales para que Milagro vuelva a la cárcel.

Por su parte, Nora Cortiñas informó que la situación de salud de la referente social era grave y que, por tal razón, había tratado de comunicarse durante el día con el Presidente Alberto Fernández. Organismos de derechos humanos reclaman que el Presidente firme el indulto a favor de Milagro –la única posibilidad que tiene después de que la Corte convalidara todo lo hecho por la justicia jujeña.