“El equipo está medio desorientado”, dijo Coyette tras la lacerante derrota ante Güemes por 2-0  en el Centenario. Si el técnico de Quilmes tiene ésta observación sobre la realidad que muestra el equipo, quiere decir que aún no se tocó fondo.

A favor de Walter Gastón, recordaremos que son escasos solo 5 partidos que lleva al frente del “desorientado” equipo. De los cuales perdió tres, empató uno y ganó en el debut ante Chaco For Ever. Un arranque nada auspicioso para un ciclo de un entrenador que llegó sin apoyo de la gente para corregir otro ciclo como el que encabezó Benítez que presentó una fisonomía similar. Lo que nunca cambió fue el origen del plantel.

El entrenador hasta el momento mostró errores propios de su poco conocimiento de los jugadores pero no solo fue por una cuestión de tiempos, porque tomó decisiones que no fueron efectivas; por el contrario algunas influyeron en los resultados. Planteo equivocados, jugadores en posiciones inadecuadas y respaldos a futbolistas que no le respondieron.

Más allá del DT, el plantel ya venía arrastrando desde su formación errores en cuanto a la elección de sus integrantes pero sobre todo desde la génesis de haber respaldado una base que nunca estuvo a la altura de la expectativa generada.

Aunque aquella decisión fue ambigua de parte de la directiva, ya que por un lado se eligió un respaldo para “la base” pero por el otro se inclinaron por el apoyo al DT Benítez. A tal punto que Pier Barrios se fue del club pero a la semana lo despidieron a Benítez. Una rareza, entre tantas otras como lo fueron las salidas de Enzo Acosta o Martín Perafán, la llegada de un refuerzo pesado como Lamberti pero la partida necesaria desde lo económico de Martín Ortega. Todo confuso.

Adentro de la cancha también se nota el desorden y no solo por las decisiones de extraños. Algunos jugadores sienten un peso extremo cuando se ponen la blanquita y otros hasta no parecen querer la pelota cuando las papas queman. Un equipo sin cacíques y con una frialdad fácilmente palpable, algo que nunca puede contar un futbolista.

Toda esta mezcolanza, con muchos más ingredientes que quedaron en el camino en estos escasos renglones, se relaciona con la realidad del equipo. Sí, el equipo está medio desorientado.

Ahora bien, cuesta creer que haya salida. El entrenador, responsable del armado, hizo la lectura realizada. La directiva en esta temporada fue error tras error en las decisiones que tomó con respecto al plantel. Los jugadores negocian la actitud, que según se dice no se puede negociar en el fútbol. La fe es lo último que se pierde pero a esta altura, estamos como Coyette, medio que no se sabe dónde la dejamos.